miércoles, 10 de marzo de 2021

parte7

 LA LÍNEA DE POBREZA EN MÉXICO

Podría pensarse que una línea oficial de pobreza reciente como la de México hubiera nacido tomando en cuenta los debates anteriores para evitar reproducir problemas ya documentados. Sin embargo, no se tomó en cuenta esa experiencia, como se demostrará a continuación. Eso trae como consecuencia importantes deficiencias en el planteamiento de la política contra la pobreza en México. Lo que se discutirá en la siguiente sección.

La Secretaría de Desarrollo Social convocó a un grupo de académicos para integrar el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza, con vistas a que construyeran una metodología para medir oficialmente la pobreza en México. Es necesario mencionar que la línea de pobreza que propuso este comité, denominada lp3, no fue la asumida por la Sedesol. La secretaría asumió como línea oficial una línea más baja a la que llamó pobreza de patrimonio (Sedesol, 2002). Lo que se discute a continuación se refiere a la manera en que se calculó la línea de pobreza oficial asumida por la Sedesol.10

El documento en el que se describe el procedimiento para arribar a la línea oficial de pobreza comienza considerando la pobreza como una privación multidimensional, aclarando que no existe consenso sobre cómo debe de ser medida. Una buena solución para resolver tal multidimensionalidad, argumenta, es usar la noción de Sen, que plantea la pobreza en términos de privación de capacidades básicas. Un punto importante en la presentación del concepto de pobreza es que se deslinda de la desigualdad social. De acuerdo con el documento son dos fenómenos que no están relacionados porque un aumento en la pobreza no necesariamente implica mayor desigualdad y viceversa (Sedesol, 2000, 20).

En el momento de trasladar la premisa sobre la multidimensionalidad de la pobreza en una medida práctica se revela una gran inconsistencia. De privación de capacidades básicas se propone pasar, en la práctica, a medir la pobreza como una línea de ingreso que refleje el mínimo que necesitan los individuos para satisfacer sus requerimientos básicos (Sedesol, 2000, 56). La justificación de acuerdo con el documento es que "la información estadística disponible y el conocimiento teórico sobre el tema hicieron muy difícil alcanzar una medición sencilla y clara del agregado de pobreza" (Sedesol, 2000, 56). La decisión contradice las ideas de Sen que están a favor de una medida directa de la satisfacción de esas capacidades. Además, la declaración no es válida porque con la información está disponible en la Encuesta nacional de ingreso y gasto de los hogares y en el censo. Otros investigadores (Damián y Boltvinik, 2003; Rodríguez, 2008) han construido medidas de pobreza que miden ambos: recursos y acceso directo a la satisfacción de ciertas necesidades. Sin embargo, lo que resulta más sorprendente es ver en la práctica la manera en que se construye la línea de ingreso.

Para arribar a la línea de pobreza el gobierno primero selecciona una canasta básica alimentaria. La canasta usada fue construida por el INEGI y la CEPAL en 1992. De hecho, son dos canastas básicas: una para áreas urbanas que satisface una ingesta diaria de 2 220 calorías por persona al día y otra para áreas rurales que satisface una ingesta de 2 180 calorías. La razón de la diferencia en la ingesta calórica en áreas urbanas y rurales tiene que ver con diferentes composiciones familiares de acuerdo con edad, sexo y actividades de la población de acuerdo con la Sedesol. Sin embargo, en el documento no es explícito hasta qué punto se tomó en cuenta que las actividades desarrolladas en áreas rurales implican mayor gasto de energía para las personas. Este punto resultaría muy importante dado que se está considerando una línea de pobreza sumamente ajustada. Después se calculan los precios de los alimentos incluidos en la canasta y se llega de esta manera al costo total de satisfacer las necesidades alimentarias.

El segundo paso para construir la línea de pobreza fue usar el coeficiente de Engel para estimar el resto de las necesidades. Cuando se usa este método, como se explicó anteriormente, el grupo que se selecciona como referencia resulta muy importante para los resultados. Un uso apropiado del método (para realmente comprobar que lo que se toma como referencia no es una situación de pobreza) implicaría, como afirma la Sedesol (2002, 67), usar el porcentaje de gasto en otras necesidades del primer hogar (en un orden de menor a mayor ingreso per cápita), en el cual el gasto en alimentos es igual al costo de la canasta básica alimentaria. Sin embargo, en vez de usar este enfoque en la práctica, lo que hace la Sedesol para calcular el coeficiente de Engel es usar el primer hogar cuyo ingreso per cápita es igual al costo de la canasta básica alimentaria. La justificación de la secretaría es que se trata del hogar que potencialmente podría satisfacer sus necesidades nutricionales a pesar de que en la práctica no lo haga (2002, 68). Alrededor de este hogar se construyó un decil flexible en el cual este hogar era el centro. El decil flexible fue el punto de referencia para estimar el coeficiente de Engel. El resultado fue un coeficiente de Engel urbano de 0.499 y uno rural de 0.549, ambos muy altos. Esto implica que la mitad del presupuesto de los hogares se destina a alimentación.

Un punto fundamental que tiene repercusiones mayores en los resultados es la manera en que fue considerado el ingreso para comparar con la línea de pobreza. Todos los rubros del ingreso monetario, tal como se reportan en la ENIG se sumaron (salario, renta, ingresos por negocios, transferencias gubernamentales), con excepción del rubro "otros ingresos" que no consideró por tener como contrapartida una disminución de activos.11 Los rubros de ingreso no monetario se consideraron como ingreso corriente también y se sumaron, incluyendo autoconsumo, pago en especie y una estimación de la renta por el uso de vivienda propia (Sedesol, 2002, 65 y 66). En esto último radica el principal problema. Como puede apreciarse en el documento de Sedesol, en el anexo 3 cuadro C, entre 80 por ciento (urbano) y 92 por ciento (rural) del ingreso atribuido como estimación del alquiler de la vivienda corresponde a viviendas propias. Eso significa que la mayoría de los hogares en el decil flexible caen dentro de la clasificación de vivienda propia. Sin embargo, se trata de una vivienda sumamente precaria, auto-construida, generalmente ubicada en asentamientos irregulares o carentes de servicios, la cual se obtiene a través de ocupación irregular del suelo porque con esos ingresos no se puede acceder al mercado inmobiliario formal. Para la mayoría de esos hogares el valor imputado por renta de la vivienda propia constituye un porcentaje muy importante del ingreso total, porque su ingreso corriente es generalmente muy bajo. Sin embargo, el ingreso que se les imputa no es un ingreso con el cual los hogares cuentan realmente. Esta vivienda no puede intercambiarse con facilidad por ese dinero en el mercado porque es precaria y en muchas ocasiones ilegal. Además de ser así, las personas quedarían en la calle porque no les sería posible encontrar una vivienda más barata, ya que realmente no están pagando renta. Pero el hecho de considerar la estimación de la renta por el uso de vivienda propia aumenta de manera considerable el ingreso corriente de los pobres que será comparado con una línea de pobreza que es solamente el doble del valor de la canasta alimentaria. Eso significa que la mayoría de esas personas encuentra serias dificultades en la práctica para satisfacer la más perentoria de todas las necesidades consideradas: la alimentaria.

Otro punto importante es el criterio que usó la Sedesol para dividir la realidad urbana y la rural. El INEGI considera localidades rurales aquellas que tienen menos de 2 500 habitantes. Entre 2 500 y 15 000 se consideran localidades semiurbanas. Las localidades en ese último rango tienen características más parecidas a las localidades urbanas que a las rurales (Cortés, 2000; Damián y Boltvinik, 2003; Rodríguez, 2008).12 Sin embargo, la Sedesol consideró a las localidades semiurbanas como rurales. Este factor sesga los resultados de pobreza en el país hacia las áreas rurales porque la Sedesol aumenta la población total de las áreas rurales. Tiene además otra importante consecuencia: disminuye los números totales de individuos en pobreza porque más individuos son considerados por una línea mucho más baja.

De acuerdo con el gobierno, la línea de patrimonio satisface las necesidades de alimentación, vestido, vivienda, salud, transporte público y educación. En el año 2000 la línea de pobreza fue situada como el equivalente a un ingreso per cápita mensual de 1 254 pesos para las áreas urbanas y 843 pesos para las áreas rurales; 53.7 por ciento de la población fue considerada en pobreza. Sin embargo, la línea de patrimonio no puede funcionar como un instrumento útil para disminuir la pobreza en el país, ya que no refleja una satisfacción real de necesidades mínimas en México.

La circularidad del procedimiento, que es la principal crítica al método de la canasta de bienes y servicios, como se discutió antes, fue notoria en el caso de la línea oficial de pobreza. El hogar que se usa como referencia para formar el centro del decil flexible es un hogar muy pobre que no está en condiciones siquiera de satisfacer sus requerimientos alimentarios. Por consiguiente, el resultado es que la línea de pobreza considera que en México se satisfacen todas las necesidades con el doble del presupuesto destinado a alimentación, lo cual parece muy poco realista, en especial si se toma en cuenta que el costo de otras necesidades se ha incrementado de manera sustancial en los últimos años, como por ejemplo el acceso a una vivienda rentada. Otro problema fundamental de la línea es que implícitamente asume que en México existe un acceso universal a la seguridad social que garantice el servicio de salud. Si las personas no tienen acceso al servicio de salud gratuito es imposible cubrir las necesidades de salud con el presupuesto considerado en la línea de pobreza. Sin embargo, lo más probable es que familias de tan escasos recursos no tengan ningún miembro empleado en el sector formal de la economía para garantizar el acceso a la salud. En consecuencia los patrones de gasto de hogares muy pobres se convierten en la norma oficial de pobreza.

Boltvinik (2002) calculó las necesidades que pueden satisfacerse realmente con esta línea de pobreza. De acuerdo con el autor, si se asume que el costo de la canasta básica alimentaria es el adecuado hay dos opciones. La primera cubriría alimentos crudos y la mayor parte de los gastos de la vivienda (excluyendo mantenimiento, impuesto predial y ropa del hogar) pero nada más. La segunda opción permitiría cubrir alimentos, transporte, enseres para preparar alimentos, educación y salud (sólo si la familia cuenta con seguro social). Pero en este caso la familia tendría que vivir en la calle u ocupar ilegalmente la tierra para construir una vivienda en extremo precaria porque no podría pagar renta.

En principio, la línea de pobreza oficial fue calculada para el año 2000, y posteriormente ha sido actualizada en relación con los cambios en los precios de los productos alimentarios incluidos en la canasta para 2002 y 2004, dejando intacto el coeficiente de Engel. No ha existido hasta ahora discusión acerca de cómo va a ser actualizada.

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