lunes, 8 de marzo de 2021

parte5

 EL ENFOQUE DE LOS ESTÁNDARES RELATIVOS A LA SOCIEDAD

Desde la década de 1970 la noción de pobreza como una canasta de bienes y servicios ha sido duramente cuestionada. En especial bajo las contribuciones de dos autores fundamentales en el análisis de la pobreza: Peter Townsend (1979) y Amartya Sen (1981, 1984 y 1992), que han sentado los precedentes para convertir la discusión sobre pobreza en un amplio y sofisticado debate como se mencionaba en la introducción. En este documento, por razones de espacio, sólo se discutirán las ideas de estos dos autores dentro de este enfoque por considerarse los más influyentes; sin embargo, esta perspectiva es compartida por un número importante de académicos (Nolan y Whelan, 1996; Ringen, 1988; Atkinson, 1998; Jenkins y Rigg, 2001; Platt, 2006 y un largo etcétera). Ambos se separan de la noción de subsistencia para conceptualizar la pobreza como relativa a los estándares sociales que resultan dominantes en la sociedad particular en la cual los individuos viven. Ellos proponen un enfoque multidimensional que incluye medidas monetarias y no monetarias de bienestar. La perspectiva se ha caracterizado por su constante revisión y discusión sobre el significado de la pobreza y el rechazo a cualquier noción de pobreza que sea fija (Gordon y Townsend, 2000; Gordon, 2006; Piachaud, 1981; Nolan y Whelan, 1996; Scott, 1994; Lister, 2004, etcétera). Esta línea de pensamiento ha sido muy influyente en desarrollar un enfoque gubernamental más amplio en Europa, que considera la pobreza dentro de la perspectiva de la exclusión social, noción que también se discute a continuación.

De acuerdo con Townsend (1979), en la sociedad existe un proceso dual que determina la pobreza. Por un lado se crean y reconstruyen necesidades para los ciudadanos y, por el otro, a través de una serie de mecanismos sociales, se determina la manera en la cual los recursos para satisfacer esas necesidades van a ser distribuidos. La pobreza es la incapacidad de participar plenamente en la vida social debido a la falta de recursos suficientes. Pero esa incapacidad de participar no es en términos fijos o absolutos (como decir, por ejemplo, que sólo hay que satisfacer comida, ropa, vivienda y salud). La incapacidad de participar se construye de acuerdo con los estándares contemporáneos. La pobreza es la imposibilidad de vivir la vida que se considera como normal en la sociedad donde las personas viven. Por lo tanto la pobreza es sobre todo acerca de necesidades sociales y no necesidades materiales simplemente.

De esta manera, el concepto de pobreza como relativa a los estándares sociales queda vinculado a la noción de ciudadanía que existe en una sociedad determinada (Scott, 1994). De acuerdo con el autor, las convenciones acerca de lo que significa ser un ciudadano en una sociedad determinada se institucionalizan a través de la legislación y otros procesos socialmente estructurados. La legislación, por una parte, crea derechos a recursos y obligaciones que los ciudadanos deben cumplir. Por otra parte la educación y los medios de comunicación masiva generan expectativas sociales acerca del consumo de ciertos bienes y servicios, y en general acerca de la vida que es deseable llevar en una sociedad determinada. Por ende, la legislación y otros requerimientos y obligaciones institucionalizados son elementos centrales en el complejo de convenciones que rodean los estilos de vida socialmente aceptados. Tomar en cuenta la visión de ciudadanía que predomina en una sociedad sirve como referencia para determinar aquello a lo que los ciudadanos deberían de tener derecho a acceder. La conceptualización de la pobreza en términos de ciudadanía y derechos ha resultado muy generalizada recientemente porque gozar en pleno del estatus de ciudadano es algo que no puede ser negado a ningún individuo en la sociedad. Participar como ciudadano significa participar en la vida económica, civil, cultural y política. La pobreza inhibe esa participación y lleva a una ciudadanía de segunda clase (Lister, 2004, 165).

A la par de la concepción de pobreza de Townsend, otra conceptualización muy importante aparece en la arena académica. Se trata de las ideas de Amartya Sen (1981, 1984 y 1992), que ponen sobre la mesa una serie de elementos importantes a la hora de considerar la pobreza. Las ideas de Sen acerca de la pobreza fueron primero influyentes solamente en países del Sur. De hecho, desde estos contextos es común encontrar que el enfoque de Sen aparece mezclado con el enfoque de subsistencia y crea una gran confusión en las apreciaciones sobre la pobreza, como se demostrará a continuación con el caso de México. En fechas más recientes, las ideas de Sen se han vuelto sumamente influyentes en la discusión sobre pobreza en los países del Norte (Nolan y Whelan, 1996; Lister, 2004), y se considera que han sido muy importantes para el enfoque gubernamental sobre la pobreza de la Unión Europea (Glennerster, 2000).

Sen conceptualiza la pobreza como una falla en el espacio de las capacidades. De acuerdo con este autor, el foco para medir la pobreza no debe ser el ingreso o los estándares de vida de las personas, porque ambos son solamente un medio para lograr el fin y dependen del grado de mercantilización de las distintas sociedades. Lo importante es el tipo de opciones que están abiertas a los individuos para llevar adelante el tipo de vida que desean seguir. Por lo tanto el fin es la satisfacción de esas capacidades. Sen describe tales capacidades como alimentarse adecuadamente, escapar de la enfermedad evitable, tener un hogar, tener vestido, poder viajar o transportarse, vivir sin pena, participar en las actividades de la comunidad y tenerse respeto propio.

La concepción de la pobreza de Sen tiene importantes lecciones para la manera en que se considera la pobreza en una sociedad. Primero, la relación entre ingreso y satisfacción de capacidades no es uniforme, depende de las características de las personas. Diferentes personas pueden tener diferentes habilidades para convertir el ingreso en la satisfacción de capacidades específicas dependiendo de la edad, la discapacidad o la enfermedad. Esas características pueden influir en que diferentes personas tengan diferentes necesidades. Por ejemplo, una persona con discapacidad puede encontrar más dificultad para satisfacer ciertas necesidades que una persona sin discapacidad, incluso cuando la primera cuente con más recursos. Consecuentemente no es adecuado, de acuerdo con Sen, trazar una línea de pobreza fija que no deje lugar para variantes interpersonales. Segundo, lo que es importante tomar en cuenta no es lo que los individuos hagan o no hagan, sino la posibilidad de que cuenten con la opción para seleccionar entre diferentes estilos de vida que por alguna razón valoren (Sen, 1990, 114). De este modo, la noción de Sen apunta hacia la necesidad de tomar en cuenta aspectos más amplios del bienestar de los individuos y su calidad de vida. En ese sentido es muy cercana a la de exclusión social que se discute a continuación.

El concepto de exclusión social se encuentra en este momento muy bien posicionado en las políticas de los gobiernos europeos así como en la discusión académica en Europa. Desde la reunión de Lisboa en el año 2000, la Unión Europea explícitamente ha llegado a un acuerdo acerca de la necesidad de promover la inclusión social.

El origen del concepto de exclusión social puede situarse en Europa con el trabajo de Lenoir (1974), que llamó la atención sobre aquellos que quedaban excluidos de la protección de la seguridad social. El concepto también se ha relacionado con la noción de Townsend (1979) acerca de entender la pobreza como una falta de participación en las actividades de la sociedad.

En consecuencia el concepto de exclusión social ha sido útil porque considera la pobreza como una forma importante de exclusión social. También ha servido para llamar la atención sobre otros procesos sociales que causan exclusión, como la discriminación social o la falta de derechos formales para ciertos grupos sociales.

Uno de los resultados de investigación más importantes derivado de aplicar la noción de exclusión social ha sido demostrar en términos empíricos que no existe una división clara entre aquellos que están incluidos y aquellos que están excluidos, más bien aparece una continuidad (Richardson y Le Grand, 2002; Burchardt et al., 2002). La razón es que existen problemas sociales comunes que no sólo afectan a los pobres sino también a sectores sociales más amplios, que contribuyen a impedir la plena participación en la vida social. Los problemas sociales comunes son aquellos que contribuyen a crear divisiones sociales y desigualdades, como género, clase, etnicidad, edad, etc. Por esa razón la noción de exclusión social se ha enfocado en resaltar la importancia de realizar políticas públicas con objetivos más amplios que solamente focalizar los recursos hacia la pobreza. Estas políticas amplias de bienestar tienen el efecto positivo de reducir la pobreza (Whelan et al, 2002).

La noción de exclusión social también ha resultado clave para resaltar la relevancia de aspectos de la pobreza que no habían sido apreciados previamente. En particular la relación que existe entre los aspectos materiales y no materiales. La pobreza es una realidad amplia y no sólo los aspectos materiales, sino también la parte no material y simbólica debe de recibir atención. Cuestiones tales como la humillación que sufren los pobres y carecer de una voz propia resultan relevantes. El enfoque pone en evidencia que los políticos, los funcionarios y los medios de comunicación tienden a deshumanizar a los individuos en pobreza y presentarlos como algo diferente a la normalidad social (Lister, 2004; Bennett y Roche, 2000; © yen, 1996). Como parte de este enfoque, una política de reconocimiento y respeto es considerada igual de importante que una política de redistribución del ingreso.

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