EL ENFOQUE DE LA CANASTA DE BIENES Y SERVICIOS
Este enfoque define la pobreza como aquellos individuos que no tienen suficientes recursos para comprar una canasta de bienes específicos. La línea de pobreza se sitúa en el punto en el cual el ingreso (o el gasto) de los individuos es igual al costo de adquirir dicha canasta. La canasta es fija, aun cuando pueda ser actualizada a través del tiempo. También se conoce como el enfoque de subsistencia. Fue concebido originalmente a finales del siglo xix en Inglaterra por uno de los pioneros en estudios sobre pobreza: Rowntree (1902) bajo la noción de pobreza primaria. Es el primer enfoque de pobreza en términos cronológicos.
La noción de subsistencia ha persistido mucho más allá de su origen y se ha arraigado, tanto desde el punto de vista de las visiones que comúnmente sostiene la sociedad sobre la pobreza, como desde el punto de vista de los criterios que usan muchos gobiernos para definir la pobreza (Scott, 1994). De acuerdo con Rowntree un hogar se encontraba en pobreza primaria cuando sus ingresos totales eran insuficientes para mantener la mera eficiencia física de sus miembros. Él consideró tres necesidades como las básicas para la subsistencia: la alimentación, el vestido y la vivienda (incluido combustible y artículos del hogar).3
Después de Rowntree este método para derivar una línea de pobreza ha sido bastante usado (Orshansky, 1965; Levy, 1994; CEPAL-INEGI, 1993; Sedesol, 2002). En general la línea de pobreza se construye como la suma de los costos de adquirir aquellos bienes que son considerados como las necesidades mínimas en una sociedad. Tradicionalmente se parte de especificar el costo de una dieta adecuada. Las necesidades alimentarias son comúnmente legitimadas en la opinión de nutricionistas acerca de la ingestión calórica mínima. Algunas veces las necesidades alimentarias son especificadas con mayor detalle en términos de los diferentes nutrientes necesarios (carbohidratos, grasas y proteínas), pero no siempre es el caso. La conversión de nutrientes en una canasta alimentaria se hace tomando en cuenta cierta referencia a los patrones de consumo de la sociedad en cuestión. De hecho, generalmente no es labor del investigador, sino que se toma como referencia alguna canasta básica elaborada por expertos de alguna institución.4 El procedimiento común para construir las necesidades alimentarias es que todos los componentes de la canasta son explícitos y costeados.
El costo del resto de las necesidades incluidas se determina usando uno de dos métodos. El primer método consiste en especificar explícitamente cada una y costearla. El segundo método consiste en aplicar al valor de la canasta alimentaria un factor de expansión conocido como coeficiente de Engel.5 La característica del segundo método es que las necesidades diferentes a las alimentarias no están especificadas sino que se asumen como una proporción del costo de la canasta alimentaria. En consecuencia, la manera en que la proporción es calculada resulta determinante para los resultados de pobreza. Se encuentran dos procedimientos diferentes para calcular la proporción. Uno consiste en usar un promedio de la población total. Es decir, la proporción del ingreso que en promedio se usa para la compra de comida. Este fue el procedimiento usado para calcular la línea de pobreza en Estados Unidos. El resultado fue que el ingreso dedicado a comprar alimentos era, en promedio, un tercio de los ingresos totales de los hogares. La línea de pobreza fue situada entonces en tres veces el costo de la canasta básica. El otro procedimiento fue usado por la CEPAL inicialmente6 para calcular la pobreza en América Latina (Altimir, 1979). Consiste en usar como grupo de referencia el primer decil cuyo gasto alimentario es igual al costo de la canasta alimentaria seleccionada. Se asume que si las necesidades alimentarias están satisfechas en un hogar, este hogar también es capaz de satisfacer el resto de las necesidades.
Usar la canasta de bienes y servicios para medir la pobreza tiene ventajas y desventajas. El método per se no es el problema, sino la manera en la que se usa comúnmente, como se explicará a continuación. Entre sus ventajas se encuentra que resulta muy útil para ser comparado con los pagos de la seguridad social y con las líneas oficiales de pobreza, ya que permite determinar cuáles bienes pueden realmente adquirirse con la cantidad de dinero que el gobierno transfiere a los pobres. Con este propósito el enfoque ha sido usado partiendo de la evidencia de cómo la sociedad en cuestión realmente vive, para construir canastas de bienes y servicios de bajo costo, pero adecuadas, para familias de diferentes tamaños (Bradshaw, 1993; Parker, 2000). En ambos casos la canasta de bienes y servicios fue completamente explícita en todos los rubros y no se usó el método del coeficiente de Engel. El enfoque usado de esta manera permite sostener debates públicos acerca de cuáles son los estándares de vida en una sociedad específica, ya que estas canastas resultan transparentes respecto a la especificación de las necesidades que cubren y los costos de evitar la pobreza en una sociedad. Sin embargo, construir una canasta de bienes y servicios que refleje cómo una sociedad realmente vive, es decir, de manera no prescriptiva, explicitando y costeando todos sus componentes, resulta una tarea que demanda un gran esfuerzo y consume mucho tiempo, tanto para ser construida por primera vez como para mantenerla actualizada (Bradshaw, 1993, 236 y 237).
Por esa razón en pocas ocasiones se utiliza esta variante. Lo más común es usar el método de la canasta de bienes y servicios de una manera prescriptiva y generalmente usando la segunda variante, es decir, el coeficiente de expansión (Orshansky, 1965; Levy, 1994; CEPAL-INEGI, 1993; Sedesol, 2002).
La manera en que se usa la canasta de bienes y servicios en la práctica presenta los siguientes problemas. Una crítica común ha sido su circularidad (Townsend, 1979): los estándares de vida de los pobres se convierten en la línea de pobreza. El riesgo de circularidad es alto porque el método no provee por sí mismo verificación independiente de que el grupo usado como referencia para tomar el estándar no es pobre. Otro problema es que generalmente se utiliza una línea de pobreza fija que no toma en cuenta que las necesidades, incluso la ingesta de calorías, varían de persona a persona de acuerdo con características como edad, sexo, discapacidad, enfermedad y tipo de actividades sociales que la persona realiza. Específicamente cuando se usa el coeficiente de Engel para estimar el costo de las otras necesidades, como éstas no están definidas y costeadas de manera explícita, se convierten en una caja negra. En esta situación la línea de pobreza puede ser fácilmente manipulada hacia abajo para obtener una menor proporción de la población en pobreza.
Sin embargo, el problema más grave del método en la práctica es que, si bien la mayoría de las veces la canasta de bienes y servicios es construida originalmente manteniendo cierta relación con el contexto social al que responde, después no tiende a actualizarse durante un periodo de tiempo prolongado, por lo que pierde contacto con la realidad de la pobreza y contribuye a crear la falsa idea de que las necesidades de los pobres son fijas (Townsend, 1979). En la práctica es común encontrar que la línea de pobreza establecida sobre la base de una canasta de bienes y servicios sólo se actualiza en términos de cambios en los precios de los productos incluidos, debido a la inflación (generalmente en los productos de la canasta alimentaria, manteniendo estable el coeficiente de Engel). Pero es muy raro encontrar una modificación de la canasta que sea consistente con un aumento en los niveles de vida de la sociedad en cuestión. De hecho, una de las principales discusiones en la literatura al usar este método para medir la pobreza es cuál sería el periodo apropiado para actualizar la canasta de modo que se tenga seguridad de que no pierde relación con el contexto social. Se ha sugerido que la canasta ha de actualizarse en línea con los salarios promedio, en vez de con los cambios en los precios. También se ha sugerido que la canasta debe ser reconstruida periódicamente porque las necesidades, como los precios, cambian con el tiempo (Parker, 2000, 4). Sin embargo, esto rara vez sucede, como ha sido el caso de Estados Unidos que se discute a continuación.
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