EDUCAR ES A LA VEZ CIENCIA Y ARTE. Es conveniente insistir en la necesidad de disponer de un “tronco común” de conocimientos teóricos que orienten y clarifiquen al educador a la hora de tener que elegir las herramientas. La Educación es ciencia y arte. La ciencia nos justifica los porqués, las razones y argumentos por los cuales actuamos de una manera o de otra. La ciencia nos sirve de referente teórico que ayuda al discernimiento y a la toma de decisiones. En la caja de herramientas no aparece el “Manual de Instrucciones” o la teoría sobre el aprendizaje, las inteligencias o los conjuntos, porque, se sobreentiende, que está en el bagaje de conocimientos del docente. A todo manual le precede una teoría, una investigación y una evaluación de su eficacia. El arte es nuestra capacidad transformadora, nuestro modo de adaptar la utilización de un instrumento o aplicación de una estrategia a una situación dada. El arte se apoya siempre en unos cánones estéticos, en una normativa que guía al artista, que le permite combinar los elementos en cada nueva obra. El arte aplica el proceso adecuado que le inspira su buen entender, pero proyectado por el saber. Pero nos importa distinguir la educación como tarea intencional, que sólo puede ser atribuida a la acción responsable del adulto. Pedagogía y Psicología se dan la mano en este proceso de interacción educativa, como bien intuyó Durkheim: “Sólo la historia de Enseñanza y de la Pedagogía permite determinar los fines que debe perseguir la educación en cada momento. Pero, por lo que respecta a los medios necesarios para la consecución de los fines propuestos, hay que recurrir a la psicología” (Durkheim, E. 1980: 88). La primera cuestión que necesitamos clarificar es la de la propia identidad del docente, tanto como instructor como educador. El posicionamiento en este campo ya nos permite discernir una serie de principios que aportan sentido o delatan su vaciedad. ¿Qué es y qué sentido tiene para los docentes la palabra Educación? Indudablemente la pregunta puede ampliarse o iniciarse desde la comprensión de la Instrucción y también culminar con misión social, para descubrir latrascendencia de una profesión y el carácter inherente, tan marcadamente socializador y ético. Encontrar una definición compartida de educación debiera ser la primera tarea de un equipo de educadores que asumen un mismo proyecto educativo, para llegar a identificar qué elementos antropológicos, teleológicos y psicopedagógicos se ponen en común. En educación no podemos esclavizarnos a un simple método, ni siquiera a un solo paradigma, pues necesitamos compaginar mundos muy diversos (cognitivo, afectivo, social, axiológico…), máxime cuando las aulas se han transformado en un abigarrado y plural ámbito de culturas, idiomas, niveles, actitudes… Esta inmensa dificultad que experimentan los docentes necesita la búsqueda de una orientación ecléctica, pero bien fundamentada. Necesitamos realizar nuestra síntesis, encontrar un paradigma integrador, al que podemos echar mano para dar coherencia a la hora de integrar todos los haces de luz en una misma dirección. Nos referimos al PARADIGMA DE LA MEDIACIÓN EDUCATIVA que viene demostrando su capacidad de ayudar a cambiar el modo de comprender la educación y de enriquecer los estilos de enseñanza-aprendizaje en las aulas. La historia de la educación ha ido focalizando su atención en los elementos esenciales, pero sin integrarlos: Han privado los contenidos sobre la forma de presentarlos por los docentes, o han privado los métodos por encima del protagonismo de losalumnos. Educar no es una reducción a lo que cada uno considere más importante, sino que cada elemento tiene su peso, pero sin despreciar nada. La formación del docente debe aportarle todo un sistema de creencias, de convicciones, que permitan un glosario común actualizado de conceptos psicopedagógicos, asumidos por la comunidad educativa.
http://congreso.dgire.unam.mx/2019/educar-es-humanizar.PDF
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